(English version tonight)
Un día, no hace mucho, hice uno de mis experimentos iluminados y me senté en un escaparate para hacer de maniquí. La idea era analizar a la gente de la calle desde esa perspectiva: cómo caminan, qué es lo que atrae su atención, cuánto son capaces de salivar por un bolso... Y por otro, determinar cuánto tarda la gente en descubrir que en vez de un trozo de plástico eres de carne y hueso. Os sorprendería conocer el resultado.
Aunque el verdadero motivo del montaje fue mi curiosidad por el alma que los maniquís albergan bajo la pose rígida del día. Cuesta creer que sean capaces de reflejar toda la superficialidad que caracteriza el mundo en el que viven sin tener algo profundo que ocultar. Rodeados de atrezzo y cinismo, algo de mala leche habrán desarrollado para soportar al escaparatista retorcido que les cambia los recuerdos cada semana. ¿O de tanto usar y tirar identidades han terminado por convertirse definitivamente en clones de las ovejas que los contemplan desde el otro lado del cristal?
Los maniquís son víctima y testimonio de nuestras neuras y nuestra ductilidad. Sucumben como nosotros al paso del tiempo y, al igual que tú y que yo, mueren después de una existencia aparentemente perfecta y divertida, llena de estilo y posados. ¿De verdad me tengo que creer que no tienen alma?
La verdad, cuanto más conozco a las personas más humanos me parecen los maniquís.
4 comentarios:
Te empiezo a mandar fotos!!!! Algunas de maniquís!;)
BEsos,
http://www.xaviworld82.com
Qué hermosa idea. Podrías escribir un relato con ella. :)
¡¡Un abrazo, guapa!!
Jod......r. ¡Y yo que les pido perdón cada vez que les saco un brazo para cambiarles la ropa!. Lo mismo un día me contestan. La verdad que son testigos presenciales de muchos comentarios. Igual las hago mis confiddentes.
Buen post.
Besos desde Estella.
A mi los maniquis me ponen un poco nerviosa, sobre todo esos que parecen demasiado "humanos". No sé, serán neuras mías...
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